El siglo XVIII presenció un proceso de transformación que dio un giro en la historia, la Revolución Industrial. Esta modificó todos los aspectos de la vida cotidiana: multiplicó los productos, pero disminuyó el tiempo de producción. En este primer gran movimiento, la industria textil incrementó a gran escala gracias a las nuevas máquinas que reemplazaron la mano de obra y los innovadores medios de transporte que facilitaron la distribución. La factory system empezó a crecer y a generar una mayor demanda en la sociedad.
La era de la Revolución Industrial trajo consigo la tecnología a vapor, permitiendo así: la creación del telar mecánico para confeccionar telas, la primera máquina de coser de cadeneta patentada por Elias Howe; más tarde William Perkin introdujo los tintes de anilina para ampliar la gama de colores; en los años cincuenta, William y Ellen Curtis Demorest mostraron la técnica de los patrones de papel para la confección, que luego empezaron a ser comercializados en revistas. Estos nuevos métodos mecanizados y la producción en masa, permitieron que un mayor porcentaje de la población pudiese adquirir prendas de moda, fomentando así el consumo y nueva costumbre de salir de compras como una actividad de ocio.
Entender la trayectoria de los acontecimientos pasados contribuye a comprender cómo la sociedad contemporánea ha progresado. Mediante la colaboración de diversas innovaciones diseñadas para agilizar la fabricación de bienes, se fomenta tanto la comercialización de dichos productos como la expansión del ámbito de consumo. En la actualidad, el e-commerce se nuestra como herramienta primordial, personalizando las transacciones gracias a la abundante fuente de datos proporcionada por los clientes, lo que optimiza y enriquece la experiencia de compra.